Los pactos bíblicos son el elemento común que une la acción salvadora de Dios en las Escrituras, dando su inicio con Génesis 3:15 y llegando al cumplimiento del nuevo pacto establecido por la sangre de Jesucristo.

La verdad sobre quién es Cristo y sus enseñanzas dadas a nosotros en las Escrituras nunca podrán ser calladas. Teniendo en cuenta que el ser humano, siendo creado a la imagen de Dios, el eco de su verdad aún grita en sus conciencias. Con esto se afirma que la verdad sobre la deidad de Cristo siempre será indestructible. ¡A Dios sea la gloria!

Lo cierto es que toda palabra que ha salido de la boca de Jesús en su ministerio terrenal lo comprometió a ser más que humano. Lo compromete, por igual, de ser divinamente Dios. El problema radica en quienes lo niegan; es debido a que el Espíritu Santo no se lo ha revelado y, por cierto, están todos ellos espiritualmente muertos, errados en sus propios entendimientos.

El evangelio de la gracia de Dios en Cristo Jesús debe saturar la cultura, difundiendo una visión en la que los valores, principios y las enseñanzas de Jesús impregnan todos los aspectos de la sociedad: arte, educación, política, familia, trabajo, etc. Esto implica que el mensaje de Jesucristo no solo se viva de forma individual-privada, sino que transforme activamente las normas, comportamientos y estructuras culturales, promoviendo amor, misericordia, justicia bíblica, verdad y redención. Que todas estas avenidas manifiesten el señorío de Jesucristo.