El amor en su travesía debe cultivarse o arruinarse
No soy un experto en las relaciones de parejas, pero cuando el amor no se cultiva, tiende a apagarse o incluso a morir, aunque en muchos casos no desaparece del todo, sino que queda enterrado bajo capas de desconexión y rutina. Debido a esta razón, el amor requiere presencia, atención, cuidado y una intención constante de fortalecer la conexión emocional, física y bíblicamente espiritual; de lo contrario, la relación puede seguir existiendo, pero carente de la vitalidad y la intimidad que le daban sentido. Podría decir que esa es la ley de las relaciones de parejas.
Otro factor importante que debo señalar es que las parejas (hombre y mujer) reconozcan que Cristo debe estar en el centro de la relación para que esa relación pueda vivir en la plenitud de Sus enseñanzas. Por el contrario, implica que el corazón sin Cristo siempre andará insatisfecho por algo más cuando no se camina en línea con su Palabra. Ese ha sido mi entendimiento en las relaciones de pareja. Veamos algunas observaciones:
La importancia de cultivar el amor
El amor necesita ser alimentado a diario mediante gestos, comunicación, escucha, comprensión y apoyo mutuo para seguir creciendo y fortaleciéndose. La responsabilidad del hombre es amar a su esposa como Cristo amó a su iglesia.
No basta con amar; es fundamental aprender a cuidar y sostener bíblicamente ese amor, lo que requiere dedicación, práctica, tiempo devocional en la oración y la lectura de la Palabra y compromiso mutuo.
Las relaciones cristianas, tanto en el noviazgo como en el matrimonio, están fundamentadas en la fe, el amor genuino y el respeto mutuo, siguiendo principios bíblicos que enfatizan la entrega, la fidelidad y la búsqueda de Dios como centro de la pareja.
Perdonar y tener paciencia, buscando siempre la reconciliación y el crecimiento espiritual juntos; mantener la comunicación y resolver conflictos con amor cristiano.
Consecuencias de descuidar el amor
Cuando falta este «cultivo», se acumulan pequeños resentimientos, la complicidad se pierde y la distancia emocional crece, haciendo que ambos miembros de la pareja (hombre y mujer) se sientan solos, aunque estén juntos. Esta ha sido la experiencia de muchos.
El amor deja de florecer y puede mantenerse solo «por inercia», sin aroma ni color, hasta apagarse por completo. La negligencia bíblica puede cultivar estos factores.
Es importante priorizar la relación con Dios para fortalecer el vínculo entre los dos.
El corazón sin Cristo siempre anda insatisfecho por algo más cuando no se camina en línea con la Palabra.
Finalmente
Es evidente que el amor no muere de un día al otro; se apaga lenta y silenciosamente cuando no lo nutrimos con atención y actos conscientes. Cultivar el amor en la pareja (hombre y mujer) es una elección y una práctica constante que mantiene viva y sana la relación, mientras que glorifica a Dios; su relación gozará de Él para siempre.