La esperanza debe tener un fundamento estable
«El ser humano está diseñado para tener esperanza y vivir con esperanzas. Pero, si la esperanza no está cimentada sobre la Roca vendría a ser una esperanza inútil y adultera». Ismael Hilerio, Jr.
Cuando hablo de «esperanza», no me estoy refiriendo a una esperanza vacía, superficial, que solamente se puede obtener de lo que este mundo puede ofrecer. A lo que me refiero es que una esperanza que no tiene a Dios en cuenta suele referirse a una confianza puesta meramente en las cosas, en nuestras habilidades, personas o circunstancias de este mundo, pero sin tomar en consideración el carácter de Dios, su voluntad ni sus promesas. Esta clase de esperanza se considera inestable y superficial, porque carece de la certeza y del fundamento que solo se hallan en Dios.
Veamos tres observaciones:
Diferencia entre esperanza humana y esperanza en Dios
La esperanza meramente humana es una expectativa frágil, que depende de circunstancias y deseos personales; por eso, puede decepcionar o resultar insatisfactoria; y, de hecho, todos hemos experimentado tal experiencia. Esto describe nuestra pobreza espiritual de satisfacer nuestro corazón. Ha quedado comprobado que la satisfacción en la esperanza humana con el tiempo se desvanece.
La esperanza fundamentada en Dios se considera una «expectativa segura y confiada», porque descansa únicamente en la fidelidad y en el carácter de Dios y sus promesas, trascendiendo dificultades y fracasos humanos. Solo Dios es suficiente en sí mismo para satisfacer su propia voluntad de cumplir lo que él ha prometido para nuestras vidas (Jeremías 29:11).
Consecuencias de una esperanza sin Dios
Centrar la esperanza solo en lo terrenal puede conducir a una sensación profunda de vacío o desesperanza cuando esas expectativas no se cumplen porque todas ellas están fundamentadas sobre la arena. Lo que implica que somos necios en creer que tenemos la habilidad y estamos capacitados, sin tener a Dios en cuenta. La realidad es que estamos espiritualmente inhabilitados para satisfacer nuestro corazón.
«Edificar la casa (nuestra esperanza) sobre la roca» es una parábola bíblica que representa la importancia de construir la vida (la esperanza) sobre los fundamentos sólidos de la fe y la práctica de las enseñanzas de Jesús. La roca simboliza la firmeza de Cristo, mientras que la casa o la esperanza construida sobre él resistirá las dificultades, como las inundaciones y los vientos fuertes. En contraste, una vida y una esperanza sin este cimiento se derrumbarán (Mateo 7:24-27).
Enseñanza bíblica sobre la esperanza
La verdadera esperanza solo es sostenida cuando Dios es su fundamento (Hebreos 6:19). Es una esperanza con fundamento estable.
La esperanza bíblica nos lleva a la obediencia a su Palabra (Isaías 40:31). Es decir, los que esperan con obediencia.
Por ello, la exhortación bíblica es: «Israel, pon tu esperanza en el Señor desde ahora y para siempre».
La esperanza es un concepto central en la Biblia, mencionada 129 veces y considerada uno de los pilares de nuestra fe y amor. Se refiere a Dios como «el Dios de esperanza» y a Jesús como «nuestra esperanza». Por esta razón, debemos agregar que la esperanza es fundamental para nosotros los cristianos y que debemos regocijarnos en ella y estar siempre preparados para compartirla. Además, la esperanza se describe como «la esperanza bienaventurada» y «una esperanza viva, no muerta», que declara su importancia en la unidad cristiana. ¡La esperanza bíblica es una esperanza fundamentalmente estable!
En resumen
Una esperanza que no toma en cuenta a Dios es vulnerable, egoísta y limitada (Proverbios 10:28), mientras que la esperanza puesta en Dios es duradera, confiable y transformadora según el diseño que Dios implicó desde antes de la fundación a nuestra existencia (Proverbios 23:18).
«La esperanza tiene un ojo que puede ver el cielo en un día nublado y un ancla que puede encontrar tierra firme bajo el peso de las aguas para sostenerse; puede esperar el bien de en medio del mal.” —William Gurnall